En estos días no se habla de otra cosa que no sea el coronavirus.
Que si los chinos, que si Estados Unidos… Lo que no nos hemos preguntado es ¿qué onda con nuestras vidas? ¿con nuestra salud? y no solo con la salud física sino mental.
Para muchos de nosotros la vida no cambia, vivimos en una constante cuarentena solo saliendo a lo esencial, permaneciendo el mayor tiempo en casa.
¿Qué pasa con los que son más «callejeros»? si viven solos ya no hayan qué hacer. Comen, compran en línea, limpian sobre lo limpio y cuando salen es un oasis es el desierto. El «home office» parece interminable y estresante.
Por otro lado los que vivimos acompañados debemos de mantener la calma para no mandar todo a la porra. Pedíamos más tiempo juntos y ahora ya no sabemos donde meternos. Ni unos ni otros tienen privacidad y las actividades se hacen monótonas.
La vida en pareja a la distancia se ha convertido en una videollamada, en un chat.
La desesperación por el contacto humano nos lleva al estrés.
Pero cuando la pareja vive con uno la llama del amor no puede perderse, noooooo, debe estar más viva que nunca y ¿cómo? pues no busquen una pelea para todo, tengan hasta el más mínimo detalle, ayúdense en las actividades cotidianas, descansen, respiren hondo, hagan cualquier actividad juntos. Hay una delgada linea entre convivir y hostigar. Sí estamos juntos pero somos seres individuales. Ni muy muy, ni tan tan.
Ahora que regresemos a la normalidad será un respiro para todos. No olviden seguir tomando sus precauciones pues nunca más volverá a ser lo mismo.